Tiempo de espera (pausas para que los alumnos piensen)
El tiempo de espera, o pausa para que los alumnos piensen, es una pausa deliberada que el profesor hace después de formular una pregunta antes de pedir una respuesta. Enseñar bien sin tiempo de espera es muy esencial, ya que ayuda a profundizar en el procesamiento cognitivo de los alumnos, les permite organizar sus ideas y desarrolla la participación, lo que, como resultado, da lugar a debates enriquecidos en el aula.
El quid del tiempo de espera es su función de potenciar el pensamiento crítico de los alumnos sobre sus respuestas, mejorando así su comprensión y retención del material de aprendizaje. En una situación así, cuando el maestro da de 3 a 5 segundos de silencio después de una pregunta, los alumnos se sienten cómodos pensando de forma más compleja, haciendo preguntas adicionales y participando en debates más significativos. Por ejemplo, después de que el profesor formule una pregunta difícil sobre un tema literario, podría esperar, dando así a los alumnos la oportunidad de pensar y expresar sus ideas con mayor claridad.
Los profesores pueden utilizar el tiempo de espera deteniéndose a propósito después de formular una pregunta antes de llamar a un alumno o dejar espacio para las respuestas. Una posibilidad podría ser practicar contando en silencio hasta tres en sus cabezas antes de hacer un movimiento. Por otra parte, los profesores pueden mostrar esta actitud subrayando el hecho de que se valoran las respuestas cuidadosas, construyendo así una cultura en la que el silencio no es incómodo, sino una oportunidad para pensar de verdad. Por ejemplo, tras plantear una pregunta relacionada con la ciencia, un profesor puede decir algo como: "Tómate un momento para pensar tu respuesta antes de compartirla".
Se identifican dos formas de tiempo de espera. El tiempo de espera uno, que es el tiempo que transcurre después de que se haya formulado una pregunta y antes de que el alumno dé una respuesta, y el tiempo de espera dos, que es el tiempo que transcurre después de que un alumno dé su respuesta y antes de que el profesor dé su opinión. El tiempo de espera uno es una herramienta para que todos los alumnos piensen y respondan; por su parte, el tiempo de espera dos consigue que los alumnos profundicen en el conocimiento de respuestas alternativas. Los estudios han demostrado que el empleo eficaz de ambos medios puede dar lugar a que los alumnos respondan mejor y obtengan mejores resultados académicos, en particular en las asignaturas que exigen un pensamiento crítico.
La necesidad de que los profesores se enfrenten a la incómoda situación del silencio puede llevarles a llenar la espera con comentarios o respuestas que no son necesarios y, de este modo, minimizar el objetivo del tiempo de espera. Además, algunos alumnos, al no estar acostumbrados a la reflexión profunda de estas pausas, pueden mostrarse inicialmente reacios a responder. Los profesores pueden superar estos obstáculos incluyendo gradualmente en sus rutinas tiempos de espera más largos, asegurando a los alumnos que está bien tomarse tiempo para pensar y creando un entorno que respete cada aportación, como en el caso de las actividades de pensar y compartir en parejas.