Claridad docente
En otras palabras, la claridad docente es la habilidad de los profesores para transmitir claramente a los alumnos los objetivos de aprendizaje, las expectativas y las estrategias didácticas. Es fundamental para que los alumnos comprendan y se comprometan, lo que les motiva a esforzarse más y a convertirse en miembros más plenos de la comunidad de aprendizaje, creando así una atmósfera de aprendizaje más eficaz en la que los alumnos son conscientes de lo que tienen que hacer y de cómo hacerlo.
Los elementos primarios necesarios para la claridad de los profesores son la fijación de objetivos de aprendizaje, el establecimiento de estrategias de enseñanza y el suministro periódico de información de retorno. A modo de ejemplo, un profesor podría comenzar una lección sobre ecuaciones cuadráticas diciendo el objetivo de aprendizaje: "Hoy aprenderemos a resolver ecuaciones cuadráticas". Esto señala un camino claro a los alumnos y les hace conscientes de la lección clave que imparte el profesor.
La claridad del profesor tiene un efecto crucial en el rendimiento del alumno, ya que hace que éste supere el problema de comprender y retener el material. Es más probable que los alumnos participen en el proceso de aprendizaje activo cuando son conscientes de los objetivos de aprendizaje y de lo que hay que hacer para alcanzarlos. Por ejemplo, las investigaciones han demostrado que las clases en las que se siguen métodos de enseñanza claros suelen obtener mejores resultados en los exámenes y una mayor motivación de los alumnos.
Además, los profesores pueden mejorar la claridad de sus instrucciones mediante el empleo de una serie de estrategias como el uso de ayudas visuales, la provisión de instrucciones paso a paso y la incorporación de evaluaciones formativas. Un ejemplo típico sería una clase de ciencias centrada en los pasos del método científico. Para asegurarse de que los alumnos son capaces de seguir el proceso, el profesor utiliza un organizador gráfico que visualiza los pasos. Como resultado, a los alumnos les resulta más fácil seguir los pasos y aplicar los conceptos en los experimentos.
Mediante la facilitación de la retroalimentación, la claridad de un profesor mejora significativamente, ya que esto también facilita la comprensión de los alumnos sobre su progreso hacia los objetivos de aprendizaje. Una retroalimentación específica y rápida, por ejemplo: "Has aplicado la fórmula correctamente, pero tienes que volver a comprobar tus cálculos", conduce a los alumnos a la forma adecuada de corregir sus errores. El ciclo de retroalimentación continua refuerza la claridad y sirve como medio sustancial para el aprendizaje de los alumnos.