Educación humanística
La educación humanista es una actitud que promueve el desarrollo integral del individuo dando prioridad al crecimiento emocional, social y cognitivo. Su punto de partida es la convicción de que la educación debe ser un medio para las diferencias individuales, la creatividad y la autorrealización. De ahí que sea una herramienta esencial para el crecimiento de personas bien formadas que sean pensadores independientes y puedan simpatizar con los demás.
El aprendizaje centrado en el alumno, el crecimiento personal y la motivación intrínseca son los principios fundamentales de la educación humanística. Este estilo de enseñanza promueve que los profesores creen manualmente un entorno afectuoso en el que los niños tengan la oportunidad de aprender de forma independiente, seguir sus intereses y desarrollar su responsabilidad. Un ejemplo es el aprendizaje basado en proyectos, que ofrece a los alumnos la oportunidad de trabajar en proyectos que tengan un significado personal para ellos, con el fin de lograr tanto la aceptación como el resultado del aprendizaje de su proyecto.
La principal diferencia entre los modelos de educación humanista y tradicional radica en que el primero se centra principalmente en las experiencias y necesidades del alumno en lugar de ceñirse a un plan de estudios estricto. Los esquemas educativos tradicionales se concentran sobre todo en la memorización y los exámenes estandarizados, mientras que los humanísticos afirman que la experiencia, la convivencia y la conciencia emocional son las mejores formas de aprendizaje. A modo de ejemplo, en una clase humanística se fomentan los debates y las reflexiones y se deja espacio para que los alumnos conecten su aprendizaje, por ejemplo, con sus valores.
En la educación humanista, el instructor no es un mero transmisor de conocimientos, sino más bien un facilitador y un guía. Esta labor incluye ser el creador de un entorno inclusivo y seguro en el que los alumnos se sientan apreciados y respetados. Los profesores promueven el aprendizaje autónomo y el razonamiento analítico mediante el apoyo y el suministro de fuentes, al tiempo que permiten a los alumnos examinar temas de su agrado. Por ejemplo, el instructor puede mantener debates abiertos que permitan a los alumnos exponer sus opiniones y sentimientos sobre una unidad temática, creando así un sentimiento de grupo y una forma de trabajar colaborativa.
Algunos ejemplos de educación humanista en la práctica son las escuelas Montessori, que permiten a los alumnos seleccionar autónomamente sus actividades y progresar a su propio ritmo, y los programas de aprendizaje experimental que forman a muchos alumnos en situaciones reales. Otra es el aprendizaje-servicio, en el que los alumnos participan en proyectos de servicio a la comunidad que les ayudan a desarrollar la responsabilidad social y la empatía, al tiempo que aplican sus conocimientos académicos en un contexto significativo. Estas prácticas demuestran que el desarrollo personal y la implicación en la comunidad son los aspectos más importantes de la educación humanística.