Fijación de objetivos en la educación
En los centros educativos, la fijación de objetivos es esencial para el proceso de creación de objetivos específicos, mensurables, alcanzables, pertinentes y sujetos a plazos (SMART) con el fin de mejorar los resultados del aprendizaje de los alumnos. Es importante porque da una dirección a los estudiantes, les anima y también facilita la tarea del profesor de evaluar el progreso.
Establecer objetivos en el sector educativo aporta muchas ventajas, entre ellas aumentar la motivación de los estudiantes, centrarse en los objetivos de aprendizaje y la capacidad de autorregularse. El mejor ejemplo de ello es cuando los estudiantes se fijan objetivos académicos concretos, como sacar una determinada nota en matemáticas, es más probable que utilicen técnicas de estudio eficaces y pidan ayuda cuando la necesiten, lo que se traduce en una mejora evidente de su rendimiento.
Una forma de incorporar el concepto de fijación de objetivos consiste en que los profesores, con la ayuda de los alumnos, elaboren sus objetivos de acuerdo con los criterios SMART. Por ejemplo, un profesor puede organizar un taller en el que los alumnos desarrollen sus objetivos personales de aprendizaje, como leer un número determinado de libros al final del semestre. Este marco es muy útil para los estudiantes, ya que les obliga a pensar de forma reflexiva y les anima a tomar las riendas de su aprendizaje.
La participación de los alumnos es vital en el proceso de fijación de objetivos, ya que crea un sentimiento de propiedad y responsabilidad. Por ejemplo, cuando los estudiantes deciden de forma independiente sus objetivos, como establecer sus propios objetivos de aprendizaje para un proyecto de ciencias, tienden a sentirse más implicados en su educación, lo que se traduce en un mayor nivel de compromiso y éxito en general.
Utilizando distintos tipos de herramientas de evaluación, como el uso regular de cuestionarios, autoevaluaciones y diarios de reflexión, se puede calibrar el progreso hacia la consecución de los objetivos educativos. Por ejemplo, un alumno podría demostrar su aprendizaje recopilando una carpeta con los trabajos que ha escrito, que puede servir tanto para evaluar todos los documentos como para medir los cambios que se produzcan a lo largo de un periodo de tiempo tanto por parte del alumno como del profesor y planificar diferentes actividades.