Planes de estudios funcionales
Los currículos funcionales son programas de formación profesional que pretenden dotar a los alumnos de habilidades y conocimientos prácticos que puedan utilizar libremente en el mundo real. Estos programas significan un enfoque pragmático del aprendizaje y se centran principalmente en la competencia mágica que adquieren los alumnos, por lo que son integrales en la formación de los estudiantes para carreras específicas o habilidades para la vida.
Los ingredientes principales de un plan de estudios que funcione son el aprendizaje de habilidades prácticas, las aplicaciones en la vida real y el aprendizaje interdisciplinar. De hecho, el plan de estudios de formación en cocina combinaría técnicas culinarias, educación nutricional y gestión de la cocina, de modo que los estudiantes dedicarían tiempo a adquirir habilidades prácticas y a dominar las técnicas.
Los planes de estudios funcionales se diferencian de los planes de estudios tradicionales en que hacen hincapié en la forma práctica de aprendizaje más que en la teórica. El método indicativo que se utiliza principalmente en los planes de estudios tradicionales implica centrarse en las asignaturas que son más académicas, mientras que los planes de estudios funcionales se concentran en las habilidades que son más directamente aplicables a una ocupación específica o a situaciones de la vida real, como la formación profesional o la educación en habilidades para la vida.
La principal ventaja de la integración del currículo funcional en las escuelas es que aporta diversos beneficios, como un mayor compromiso de los estudiantes, una mayor preparación para el trabajo y más habilidades de pensamiento crítico. Por ejemplo, los alumnos que participan en un plan de estudios funcional basado en proyectos pueden aprender a trabajar en equipo y a resolver problemas mientras trabajan en pro...
Hay muchos grupos para los que un plan de estudios funcional es una gran herramienta, entre los que cabe mencionar a los estudiantes de secundaria, los alumnos adultos y los discapacitados. Pensemos, por ejemplo, en los estudiantes de bachillerato destinados a carreras técnicas, que pueden beneficiarse mucho adquiriendo las competencias necesarias mediante un currículo funcional basado en campos como la tecnología de la automoción o la atención sanitaria, con lo que les resultará más fácil competir en el mercado laboral.