Desarrollo de la motricidad fina
El desarrollo de la motricidad fina consiste en que los niños aprendan a mover los pequeños músculos de las manos y los dedos y a realizar las tareas que requieren precisión y coordinación con ellos. La capacidad de hacer estas cosas es una parte imprescindible de la vida cotidiana, como escribir, abrocharse la ropa, manipular pequeños artículos, etc., que sirve para potenciar la independencia y el éxito académico.
Jugar con bloques de construcción, enhebrar cuentas, utilizar tijeras para cortar papel y participar en manualidades como dibujar o pintar son algunas de las actividades que fomentan la motricidad fina. Estas actividades no sólo mejoran la destreza, sino que también ayudan a desarrollar la coordinación mano-ojo y el reconocimiento espacial.
El desarrollo precoz de la motricidad fina es un fenómeno típico de la infancia, que se manifiesta con hitos como agarrar objetos a los 3-4 meses, transferir objetos de una mano a otra a los 6-7 meses y agarrar con la pinza a los 9-10 meses. A medida que crecen, los niños deberían ser capaces de apilar bloques y pasar las páginas de un libro a los dos años, mientras que a los cuatro deberían ser capaces de copiar formas sencillas y utilizar correctamente los utensilios.
Mediante la plastilina, la jardinería, la cocina o tareas sencillas como remover o verter, los padres y cuidadores pueden ayudar a los niños a desarrollar su motricidad fina a través de actividades prácticas. Además, introducir juegos que requieran pellizcar, agarrar o ensartar puede hacer que el aprendizaje de habilidades resulte divertido y ameno para los niños.
Algunos ejemplos de signos que pueden indicar la probabilidad de retrasos en la motricidad fina son los problemas para sujetar lápices o ceras, utilizar utensilios y ser incapaz de realizar algunas tareas sencillas, por ejemplo, abrocharse un botón o la cremallera de una chaqueta, y la tendencia a evitar actividades que requieran la coordinación de las manos son algunos ejemplos. Si estos problemas se prolongan más allá de los hitos habituales del desarrollo, sería útil consultar a un pediatra o a un terapeuta ocupacional.