Desafíos del diseño técnico
Los retos de diseño de ingeniería son iniciativas organizadas en las que los ingenieros tienen que pensar en ideas creativas para resolver un problema que se ha establecido con algunas limitaciones como el coste, los materiales y el tiempo. Sirven para fomentar la creatividad, la colaboración y la aplicación de los principios de la ingeniería en el mundo real.
Los retos de diseño de ingeniería suelen abarcar varios tipos, como el diseño de puentes, en el que se pide a los participantes que construyan una estructura capaz de soportar un peso determinado con materiales limitados; los sistemas de filtración de agua, que requieren la planificación de un modo eficiente y eficaz de purificar el agua; y los proyectos de energías renovables, en los que los equipos construyen dispositivos como paneles solares o turbinas eólicas para explotar las fuentes naturales de energía.
Los retos de diseño de ingeniería sirven al alumno para resolver problemas y desarrollar habilidades. Además, estimulan la creatividad, el pensamiento crítico y la cooperación. Practican el proceso de diseño y la retroalimentación de un compañero para mejorar el diseño. Empiezan con una idea, hacen un prototipo y añaden mejoras a su diseño basándose en los comentarios. Aprenden a hacer todas estas cosas participando en estos retos, que son las habilidades vitales que debe poseer un ingeniero típico.
El proceso fundamental en la realización de un reto de diseño de ingeniería consiste en estipular el problema, hacer una lluvia de ideas sobre las posibles soluciones, seleccionar la opción más factible, diseñar un prototipo, probarlo y, por último, evaluar los resultados. Por ejemplo, en un desafío para construir la torre más alta utilizando sólo espaguetis y malvaviscos, los equipos tienen que seguir estos pasos para crear una estructura estable que pueda soportar un peso específico.
En los retos de diseño de ingeniería, el trabajo en equipo es extremadamente importante, ya que es el medio a través del cual se combinan diversas habilidades y perspectivas, fomentando así tanto la innovación como la eficiencia. La clave está en la colaboración real, en la que los miembros del equipo tienen la oportunidad de decidir sus funciones en función de los puntos fuertes especiales que posean, de intercambiar ideas sin limitaciones y, como equipo, de abordar problemas complejos con mayor eficacia y, así, al final, dar con respuestas más amplias e innovadoras.