Conciencia del pensamiento deficitario
La conciencia del pensamiento deficitario es la toma de conciencia sobre el punto de vista de que algunos grupos, especialmente los marginados, necesariamente se quedan cortos en ciertas habilidades, cultura o en tener una educación. Este punto de vista puede dar lugar a bajas expectativas y, en consecuencia, al nacimiento de estereotipos negativos que alteran los resultados educativos y la cohesión social. Comprender esta idea y enfrentarse a ella es el paso primordial para lograr la equidad y la inclusión no sólo en las instituciones educativas, sino también en diversos entornos sociales.
El pensamiento deficitario puede obstaculizar la experiencia de aprendizaje de los alumnos al promover entre educadores y compañeros bajas expectativas. Por ejemplo, cuando los profesores consideran que los alumnos de minorías son menos capaces, es posible que no les ofrezcan programas avanzados o de enriquecimiento. Esto puede causar una profecía autocumplida en la que los estudiantes que reciben estos mensajes de incapacidad actualizan sus creencias y, en consecuencia, no sólo rinden menos de lo que son capaces sino que también se amplía la brecha de rendimiento.
El pensamiento deficitario, que es una tendencia a centrarse en lo negativo en lugar de en lo positivo, podría ser abordado por los profesores con pruebas impresionantes, como un enfoque basado en los puntos fuertes que reconozca y respete los antecedentes y experiencias vitales plurales y únicos de todos los alumnos. Las prácticas pedagógicas culturalmente pertinentes, la enseñanza diferenciada y el fomento de un entorno inclusivo en el aula son formas de hacerlo. Por ejemplo, incluir las narrativas culturales de los alumnos en el plan de estudios no sólo sirve para fundamentar sus identidades, sino también para mejorar la participación y los resultados del aprendizaje.
La participación de la comunidad es un paso primordial para frenar el pensamiento deficitario, ya que sirve para conectar las escuelas con las familias. La participación de los padres y la comunidad en proyectos educativos es una de las mejores formas posibles de acabar con los prejuicios y fomentar una visión más completa de las capacidades de los alumnos. Por ejemplo, las escuelas que colaboran con organizaciones para ofrecer programas de tutoría pueden dar más poder a los alumnos y, de este modo, éstos pueden disminuir las narrativas de déficit demostrando sus puntos fuertes y sus capacidades.
Entre las distintas formas de abordar el pensamiento deficitario se encuentran los talleres de desarrollo profesional para los profesores, los foros comunitarios y las campañas en las redes sociales. Una buena manera sería, por ejemplo, organizar un taller sobre el tema de la identificación de prejuicios implícitos, así como estrategias para fomentar una mentalidad integradora, mientras que un foro comunitario sería una oportunidad para que padres, profesores y alumnos hablaran de sus experiencias y desafiaran los estereotipos. Tales acciones pueden marcar realmente una gran diferencia y ayudar a los estudiantes a tener un entorno educativo mejor y más solidario.