DAP (Práctica Adecuada al Desarrollo)
La Práctica Adecuada al Desarrollo (PAD) es un marco educativo que pone de relieve las técnicas y métodos de enseñanza que mejor se adaptan a la edad, las necesidades individuales y la etapa de desarrollo de cada niño. Es importante porque abre el camino hacia un aprendizaje y un desarrollo óptimos al permitir que las actividades sean a la vez estimulantes y realizables para los niños, lo que a su vez fomenta su motivación y participación.
Los elementos fundamentales de la PCD son la comprensión del crecimiento infantil, la construcción de espacios de aprendizaje afectuosos para los niños y el reconocimiento de los contextos familiares y culturales. Por ejemplo, los profesores utilizan su comprensión de que determinados niños alcanzan hitos de desarrollo específicos para crear actividades que se correspondan con su crecimiento cognitivo, emocional y social; como, en el caso del aprendizaje basado en el juego para bebés, para fomentar sus habilidades de resolución de problemas.
DAP se distingue de los métodos de enseñanza tradicionales porque da prioridad a las necesidades y preferencias únicas de cada niño frente al método invariable. Los enfoques tradicionales pueden depender principalmente de la naturaleza memorística del aprendizaje y de los exámenes estandarizados, mientras que el DAP impulsa el aprendizaje a través de la experiencia práctica y el ejercicio del pensamiento crítico. Por citar un ejemplo concreto, en un entorno de PCD, un profesor cuenta historias a los niños para que compartan sus opiniones en lugar de limitarse a darles información objetiva.
Las evaluaciones DAP entran en el ámbito de la evaluación directa e indirecta de la enseñanza y el aprendizaje e individualizan la trayectoria de aprendizaje única del niño. En lugar de depender únicamente de pruebas formales, los profesores recurren a evaluaciones de observación y revisiones de carteras para medir el progreso de los niños y sus estrategias de enseñanza de adaptaciones. Por ejemplo, un profesor puede observar a un niño mientras juega para analizar sus habilidades sociales e introducir más tarde un trabajo en grupo que implique el reparto de tareas entre los alumnos.
Los padres pueden ayudar a la PCD en casa ofreciendo a sus hijos entornos ricos en materiales que fomenten el aprendizaje a través del juego. Actividades sencillas como leer juntos, jugar al aire libre o implicar a los niños en tareas cotidianas pueden reforzar los conceptos aprendidos en preescolar. Por ejemplo, preparar una comida juntos no sólo ayuda a los niños a aprender a medir y a seguir instrucciones, sino que también les brinda la oportunidad de hablar de una alimentación sana.