Mapeo cognitivo
La cartografía cognitiva implica la actividad o el proceso de representación mental de información específica y de las relaciones que existen en su entorno. Es una parte esencial de la navegación, la resolución de problemas y la comprensión de sistemas intrincados, lo que permite a las personas ver y sistematizar la información de forma eficiente.
La conciencia espacial, las señales del entorno y la memoria son los principales componentes de la cartografía cognitiva. La conciencia espacial permite a las personas percibir su ubicación con respecto a otros objetos o lugares. Las señales del entorno, como los puntos de referencia, son decisivas para formar un mapa mental, mientras que la memoria es el factor clave para conservar y recordar la información cartografiada para su uso futuro.
La cartografía cognitiva es un aspecto importante de la planificación urbana que investiga las distintas formas en que las personas perciben su entorno y cómo interactúan con él. Por ejemplo, cuando los planificadores utilizan mapas cognitivos que muestran la ubicación de puntos de referencia importantes, caminos y zonas de interés, este cambio de perspectiva les ayuda a tomar decisiones como el desarrollo de infraestructuras, rutas de transporte público y estrategias de participación comunitaria, garantizando así que los espacios urbanos sean cómodos y adecuados para vivir.
Las técnicas de estudio de la cartografía cognitiva abarcan cuestionarios, análisis del comportamiento espacial y simulaciones de realidad virtual. Las encuestas pueden recoger datos sobre la navegación individual por las rutas y sus capacidades perceptivas del entorno, mientras que el análisis del comportamiento espacial investiga los patrones de movimiento reales. El entorno virtual ofrece al investigador la posibilidad de crear un entorno controlado en el que los participantes pueden demostrar sus habilidades en cartografía cognitiva en tiempo real.
Los mapas cognitivos son muy esenciales en la educación, ya que su principal objetivo es que los alumnos comprendan asignaturas complejas. Por ejemplo, en asignaturas como geografía o historia, los mapas cognitivos ayudan a los alumnos a comprender las relaciones cartográficas de acontecimientos, lugares o conceptos. El aprendizaje activo de los alumnos puede mejorar sus índices de retención y su aprendizaje puede ser más eficaz mediante el proceso de elaboración de mapas cognitivos.