Rutinas de clase
Rutinas de clase
Las rutinas de clase son rutinas y acciones específicas que conforman un entorno estructurado y metódico en el aula, favoreciendo así el aprendizaje y el comportamiento de los alumnos. Son fundamentales para el establecimiento de la estabilidad y el consiguiente suministro de la información que los alumnos necesitan para cumplir las expectativas y aprender en un entorno adecuado.
¿Cuáles son los principales beneficios de establecer rutinas en clase?
Las rutinas de clase que se establecen tienen mil razones para ser amadas por los profesores, además de que tienen un gran efecto en la gestión del aula, el compromiso de los alumnos y los resultados del aprendizaje. A modo de ejemplo, al entender la forma de pasar por la rutina de transición de una tarea a otra, los alumnos tienen la oportunidad de trabajar sin molestar a sus compañeros y aumentar el tiempo de las instrucciones.
¿Cómo pueden los profesores aplicar eficazmente las rutinas en el aula?
Los profesores pueden enseñar eficazmente las rutinas del aula mediante la comunicación clara de las expectativas y el modelado de los comportamientos, junto con la práctica de las rutinas con los alumnos hasta que las dominen. Por ejemplo, un profesor en vísperas del nuevo curso escolar puede dedicar una cantidad considerable de tiempo a enseñar a los alumnos a ponerse en fila en silencio y darles la oportunidad de realizar esta rutina varias veces para asegurarse de que la han entendido y la cumplen.
¿Cuáles son los tipos más comunes de rutinas en clase?
Los tipos típicos de rutinas de clase comprenden los saludos matutinos, los procedimientos para levantar la mano, las señales de transición y las recapitulaciones al final del día. Por ejemplo, un profesor puede crear una rutina en la que los alumnos tengan que levantar la mano para hacer preguntas, ayudando así a mantener el orden y el respeto durante las conversaciones.
¿Cómo pueden las rutinas de clase adaptarse a las diversas necesidades de aprendizaje?
Las rutinas de clase pueden ajustarse a las distintas necesidades de aprendizaje utilizando estrategias que permitan la diferenciación. Por ejemplo, un profesor puede implantar horarios visuales para los alumnos que aprenden mejor con señales visuales y, de este modo, asegurarse de que todos los alumnos puedan seguir la rutina establecida independientemente de sus estilos individuales de aprendizaje.