Estrategias de gestión del aula
Las estrategias de gestión del aula son las técnicas y prácticas que utilizan los profesores para establecer y mantener un entorno de aprendizaje productivo y eficaz. Con la ayuda de estas estrategias, es posible aumentar la participación de los alumnos, reducir las interrupciones y promover un comportamiento positivo, lo que en consecuencia enriquece su percepción global de la experiencia de aprendizaje.
La gestión del aula es más eficaz cuando se realiza mediante estrategias como la formulación y comunicación clara de reglas y normas, la utilización del sistema de refuerzo positivo y la adopción del sistema de rutina estructurada. Por ejemplo, el profesor puede elaborar un contrato de aula que los alumnos firmarán, en el que podrán enumerar los comportamientos deseados y las recompensas que obtendrán por actuar responsablemente, dándoles así un sentido de control y responsabilidad.
Es posible que los profesores tengan problemas para manejar el comportamiento disruptivo en estos momentos. Sin embargo, pueden probar algunas técnicas como redirigir la atención, utilizar pistas no verbales y aplicar consecuencias lógicas para gestionar estos retos con eficacia. Por ejemplo, cuando uno de los alumnos está hablando mientras se imparte la clase, el propio profesor puede darle una pista sin que el resto de la clase lo asuma o hablar con él a solas durante un breve periodo de tiempo para ajustar el comportamiento del alumno sin que toda la clase se altere.
La disposición de los pupitres en forma de U, en lugar de alinear los pupitres en el aula, contribuye a fomentar la visibilidad y la visibilidad y la visibilidad. La disposición abierta de los asientos favorece las interacciones entre los alumnos, por lo que se mantiene el compromiso con la asignatura y el profesor guía el aprendizaje de los alumnos. La eficacia de la gestión del aula está, pues, directamente correlacionada con la disposición del espacio.
Crear un ambiente afirmativo en el aula requiere el esfuerzo de conectar respetuosamente con los demás, incubar la idea del respeto y alimentar el sentido de la colaboración en los alumnos. Iniciativas como los rompehielos, las tareas en grupo y la supervisión rutinaria pueden contribuir a la formación de un ambiente de apoyo, de modo que los alumnos sientan que valen y se sientan inspirados para comportarse positivamente en el aula.