Plan de estudios centrado en el niño
Un plan de estudios totalmente centrado en el niño es una metodología de enseñanza que considera los intereses, las necesidades y las etapas de desarrollo de los niños como factores clave en el proceso de aprendizaje. La participación activa, el pensamiento crítico y el crecimiento personal son los principales factores que ayudan a este modelo. A su vez, esto garantiza que cada niño aprenda de forma relevante y significativa.
Las principales características del currículo centrado en el niño son el conocimiento de sus intereses y elecciones, el fomento del aprendizaje activo mediante el aprendizaje por la práctica y la mejora de la colaboración entre compañeros. Por ejemplo, en lugar de un formato estricto de clase, los profesores pueden organizar proyectos de grupo en los que los niños puedan investigar áreas de su entusiasmo, fomentando así su compromiso y comprensión del concepto.
Un plan de estudios centrado en el niño es una disposición sistemática de actividades y materiales didácticos para profesores y alumnos. Está diseñado bajo una filosofía inclusiva e incorpora toda la gama de prácticas pedagógicas que atienden a las diversas y diferentes necesidades de los alumnos. Esto es posible gracias a que el profesor es consciente de la planificación de la enseñanza, la gestión del aula y el conocimiento del proceso de aprendizaje. Por ejemplo, un profesor puede asignar a los alumnos la creación de líneas de tiempo para representar su aprendizaje visual y espacialmente. Un alumno que se incline más por el estilo de aprendizaje corporal-kinestésico puede realizar una actividad de juego de rol o llevar a cabo un experimento relacionado con el tema aprendido. Así, se puede ver que este plan de estudios cultiva un entorno que es sensible a los diferentes tipos de aprendizaje que tienen los estudiantes, lo que permite un desarrollo más holístico para todos los niños.
En un plan de estudios centrado en el niño, los profesores asumen el papel de facilitadores y guías, en lugar de ser las tradicionales figuras de autoridad. Observan los intereses de los niños, les proporcionan los recursos necesarios y organizan el espacio de aprendizaje de modo que fomente la investigación y la indagación. Un ejemplo de esto puede verse cuando un profesor organiza un rincón de ciencias con materiales que estimulan la curiosidad, las preguntas y la experimentación de los niños, convirtiéndose así en un facilitador del aprendizaje autónomo.
Por otra parte, la introducción de un plan de estudios centrado en el niño en el sector de la educación infantil ofrece multitud de ventajas, entre ellas una mayor motivación, mejores aptitudes sociales y madurez emocional. Por ejemplo, dar libertad a los niños a la hora de elegir actividades es una forma práctica de aumentar su compromiso y su retención de la información. Además, los proyectos que realizan juntos llevan a los niños a aprender a cooperar, que es una forma de tener una interacción positiva entre iguales.