Construcción del carácter
La formación del carácter es el proceso en el que una persona desarrolla y refuerza sus cualidades morales y éticas, como la integridad, la empatía y la resiliencia. Se trata de una etapa muy importante en el proceso de crecimiento individual y en las relaciones interpersonales, ya que la formación del carácter es un factor determinante en la forma en que las personas se enfrentan al mundo exterior y gestionan sus problemas.
Los rasgos fundamentales de la formación del carácter consisten en reconocerse a uno mismo, tener una moral del bien y del mal y cultivar virtudes como la honradez, el respeto y la responsabilidad. Por ejemplo, la autoaceptación hace posible que las personas comprendan sus activos y sus déficits, la bondad intrínseca, por tanto, la moralidad es la base IA de la formación para la Vida Ética a los estudiantes en lo que respecta a la defensa de la actualización de las virtudes. Uno puede incorporar virtudes de primera línea siendo persistente al enfrentarse a escenarios de la vida real.
Los padres y los profesores tienen éxito en el proceso de desarrollar el carácter de un niño siendo los primeros en actuar positivamente, manteniendo conversaciones sobre valores abiertamente y dando la oportunidad de participar en actividades benéficas. A modo de ejemplo, los padres podrían dar muestras de honestidad en su trato diario, los colegios podrían utilizar cursos de educación del carácter que incluyan la participación de los alumnos en proyectos de servicio para que desarrollen la empatía y la responsabilidad social.
Los encuentros/ son formas de aprender que te aportan lecciones prácticas que cambian tus creencias y tu comportamiento. Por otra parte, las experiencias negativas, como superar un error o experimentar dificultades, pueden ayudarte a desarrollar la resiliencia y la determinación. Por ejemplo, un alumno que tiene dificultades con una asignatura concreta puede comprender la importancia de ser persistente y pedir ayuda, lo que, a su vez, es una gran contribución a su crecimiento personal.
El desarrollo del carácter también puede evaluarse con la ayuda de diferentes pruebas que miden rasgos individuales como la empatía, la resiliencia y la toma de decisiones éticas. Las encuestas de autorreflexión, los formularios de evaluación de los compañeros y las observaciones del comportamiento son algunos de los instrumentos que pueden utilizarse para averiguar los puntos fuertes del carácter del individuo y sus áreas de crecimiento. Por ejemplo, un centro de enseñanza postsecundaria podría aplicar una rúbrica para evaluar la implicación de los alumnos en los proyectos de equipo, lo que a su vez indicaría su cooperación y respeto por los miembros de su equipo.