Desarrollar la autoeficacia
El desarrollo de la autoeficacia consiste en reforzar la convicción de un individuo en su capacidad para tener éxito en determinadas situaciones o realizar una tarea. Esto es vital porque una mayor autoeficacia puede estar directamente relacionada con la motivación, la resiliencia y la mejora del rendimiento en un gran número de aspectos de la vida, como la educación, el trabajo y los problemas personales.
Los cuatro principales determinantes de la autoeficacia son las experiencias de dominio, las experiencias vicarias, la persuasión social y los estados fisiológicos. Las experiencias de dominio implican la realización de tareas con éxito, lo que aumenta la seguridad en uno mismo. Por otro lado, las experiencias vicarias se producen en el momento en que una persona es testigo del éxito de otra, y esto le hace estar segura de que podría conseguir lo mismo. Un término, persuasión social, se refiere a las sugerencias recibidas de otras personas, mientras que los estados fisiológicos están relacionados con la forma en que los individuos entienden sus respuestas físicas y emocionales durante situaciones difíciles.
Aumentar la autoeficacia es posible mediante el establecimiento de objetivos y la resolución de problemas y la percepción de los logros anteriores. Por ejemplo, un estudiante con dificultades en matemáticas puede empezar con problemas sencillos y, cuando haya adquirido confianza, ir aumentando gradualmente la dificultad. Además, la persona puede reforzar la creencia en sus propias capacidades estando en un círculo de personas dispuestas a ayudarle y a darle un feedback que sea constructivo.
La autoeficacia tiene una importancia capital en la fijación de objetivos porque influye directamente en el nivel de dificultad que las personas deciden perseguir, así como en el grado de persistencia que muestran. Si una persona tiene fe en sus capacidades para alcanzar sus metas, optará con más frecuencia por objetivos de alto valor y difíciles de alcanzar. Un ejemplo de ello es que un atleta con un alto nivel de autoeficacia podría considerar como objetivo participar en campeonatos nacionales, en contraste con alguien con un bajo nivel de autoeficacia que limitaría su objetivo únicamente a la mejora de su rendimiento personal.
La autoeficacia resulta ser casi el factor que más influye en la forma en que un individuo encuentra una solución al estrés y a los retos. Las personas con un alto nivel de autoeficacia suelen considerar las situaciones estresantes como oportunidades de crecimiento y es más probable que utilicen estrategias de afrontamiento eficaces. A título ilustrativo, una persona que trabaja en una empresa con un plazo de entrega ajustado podría centrarse en la gestión del tiempo y el establecimiento de prioridades en lugar de sentirse abrumada. Esto, a su vez, demostraría las capacidades de resiliencia y resolución de problemas.