Fomentar la mentalidad de crecimiento
La mentalidad de crecimiento es la idea de que las habilidades y la inteligencia pueden adquirirse mediante el trabajo y la perseverancia, así como aprendiendo de las experiencias. La difusión de la curva de aprendizaje potencia la fuerza de voluntad, el amor por el aprendizaje, elementos ambos de crecimiento personal y profesional necesarios para desarrollar la resiliencia.
Las principales cualidades de una mentalidad de crecimiento son la capacidad de afrontar los riesgos que conlleva, la necesidad de no rendirse en situaciones difíciles y la concentración en la adquisición de conocimientos en vez de en el rendimiento, además de la capacidad de pedir feedback y aprender de él. Por ejemplo, un estudiante con mentalidad de crecimiento consideraría un problema matemático difícil como una oportunidad para aprender, en lugar de una amenaza para su inteligencia.
Las personas pueden desarrollar una mentalidad de crecimiento cambiando primero los pensamientos negativos por positivos, considerando los obstáculos como peldaños y alimentando la sed de conocimiento. Además, dedicarse a la autorreflexión, priorizar los objetivos de aprendizaje y estar en compañía de compañeros que apoyen y promuevan el crecimiento también puede dar buenos resultados. Por ejemplo, un trabajador puede dedicarse a las tareas que supongan un mayor reto y le exijan aplicar nuevas habilidades, y también tomarse los errores como lecciones, no como fracasos.
La aplicación de la retroalimentación es fundamental en el desarrollo de la mentalidad de crecimiento, ya que revela las áreas que necesitan mejorar y reitera la importancia de aprender de las experiencias. El feedback constructivo, si se toma de forma positiva, tiene el poder de impulsar a las personas a mejorar y crear nuevas habilidades. Por ejemplo, un deportista que recibe consejos específicos de un entrenador puede aplicar esa información para mejorar su habilidad y aumentar su rendimiento.
La resiliencia, la adaptabilidad y el aprendizaje permanente son las principales ventajas de este tipo de mentalidad en la responsabilidad personal y el desarrollo profesional. Las personas que tienen este tipo de mentalidad tienden a asumir riesgos, son partidarias de la innovación y vencen los retos, por lo que consiguen más logros y se sienten más realizadas. Por ejemplo, un líder que tiene una mentalidad de crecimiento puede promover que su grupo adopte el cambio y esté en un estado de mejora continua de los procesos, por lo que establecerá un equipo con los atributos de asociación y desarrollo.