Gráfico de comportamiento
El Cuadro de Conducta es una herramienta de seguimiento para anotar las acciones o el comportamiento de alguien durante un periodo de tiempo. Esta herramienta versátil se utiliza en muchos lugares, como escuelas, hogares y clínicas de terapia. También se utiliza para establecer objetivos y actividades de motivación.
El objetivo del cuadro de conducta es proporcionar un mecanismo transparente y sistemático para observar y reforzar los buenos comportamientos y, al mismo tiempo, disuadir de los malos. Por ejemplo, en una clase, un profesor puede utilizar una tabla para conceder certificados a los alumnos que terminen sus deberes en el plazo previsto, fomentando así el sentido del deber y unas rutinas de estudio adecuadas.
Para poner en práctica con éxito un cuadro de conducta en casa, los padres deben ser específicos en primer lugar sobre las conductas positivas y negativas que quieren que se vean o eviten respectivamente. A continuación, además de las representaciones pictóricas fácilmente comprensibles de los comportamientos, tienen que estar seguros de actualizar periódicamente el gráfico. Para aclararlo, los padres tienen la opción de hacer una tabla con partes dedicadas a las tareas realizadas, a la cortesía y a los límites de tiempo frente a la pantalla, de modo que los niños puedan obtener recompensas por las cosas que han conseguido.
Los gráficos de comportamiento habituales son de tres categorías: gráficos de pegatinas, sistemas de puntos y semáforo. Un gráfico de pegatinas da a los niños la opción de recoger pegatinas por cada comportamiento positivo, mientras que el sistema de puntos proporciona puntos a los niños que pueden ganar para canjearlos por los privilegios que elijan. Un gráfico de semáforo utiliza colores para mostrar el estado del comportamiento: verde para un buen comportamiento, amarillo para una advertencia y rojo para un comportamiento negativo.
Los gráficos de comportamiento pueden ser una gran ventaja para las necesidades especiales de los niños gracias al apoyo visual y a la provisión de expectativas claras. Por ejemplo, un niño autista puede reaccionar positivamente a un horario visual en el que se muestren las tareas diarias y los comportamientos esperados, lo que le ayudará a saber lo que tiene que hacer a lo largo del día y reducirá su ansiedad.