Formación en automatización
El entrenamiento de la automaticidad es un procedimiento cuyo objetivo es desarrollar la capacidad de ejecutar los procesos casi sin ninguna implicación cognitiva y, en consecuencia, ganar tanto en eficacia como en rapidez. Este tipo de entrenamiento es importante en diversos ámbitos, como el deporte y la educación, ya que ofrece a los individuos la oportunidad de realizar tareas o habilidades de forma automática, lo que priorizaría sus recursos cognitivos para otras decisiones complejas que deban tomar. El entrenamiento de la automaticidad es un proceso que desarrolla la capacidad de realizar tareas sin esfuerzo consciente y, de este modo, ser más eficiente y rápido. Este entrenamiento es muy importante en muchos ámbitos como el deporte y la educación, ya que permite al individuo realizar las habilidades o las tareas de forma automática y, al hacerlo, puede utilizar los recursos cognitivos para la toma de decisiones sp tareas más complejas.
Las ventajas más significativas del entrenamiento de automaticidad son la mejora de la velocidad y la eficacia del rendimiento, la disminución de la carga cognitiva y una mayor coherencia a la hora de realizar tareas. Un buen ejemplo de esto son los deportes, donde los atletas que realizan entrenamiento de automaticidad pueden tener una reacción más rápida en la competición. Pueden olvidarse de la mecánica del movimiento y concentrarse en la estrategia.
En entornos educativos o académicos, el entrenamiento de la automaticidad puede llevarse a cabo mediante la práctica continuada de algunas habilidades fundamentales, como las tablas de multiplicar o la fluidez lectora. Por ejemplo, un alumno que practica las tablas de multiplicar de las que ve el número de veces que se repite un número, las recuerda sin errores o las localiza rápidamente, lo que le permite liberar recursos mentales para resolver cuestiones más complejas.
El entrenamiento de la automaticidad suele realizarse mediante métodos tradicionales como la repetición espaciada, los simulacros y los ejercicios de simulación. Un ejemplo es el de un músico que practica repetidamente escalas y piezas para aprender el movimiento de forma automática, tras lo cual puede hacer más hincapié en la expresión musical y los cambios dinámicos de la interpretación que en las cuestiones técnicas.
El entrenamiento de la automaticidad mejora la toma de decisiones al permitir a las personas recibir y procesar información de forma rápida y eficaz. Tales tareas se transforman en hábitos, por lo que las personas pueden liberar sus instalaciones mentales para funciones más complejas como evaluar situaciones o tomar decisiones tácticas, lo que resulta especialmente útil en condiciones de estrés, por ejemplo, en operaciones de rescate o en competiciones deportivas.