Participación activa
La participación activa denota la implicación y contribución directas de las personas en conversaciones, acontecimientos o toma de decisiones. Es esencial, ya que permite la cooperación, pone de relieve la idea de aprendizaje y hace que las personas implicadas puedan expresar y, por tanto, aportar sus ideas de manera eficaz.
Participar en actividades de grupo implica colaborar, mejorar las habilidades de comunicación y generar un sentimiento de afinidad entre los participantes. Por ejemplo, cuando los miembros de un equipo se expresan libremente en una sesión de lluvia de ideas, se convierten en pensadores más divergentes y mejoran la cohesión del equipo.
Cuanto más pueden contribuir los alumnos al proceso de aprendizaje que a través de debates en grupo o presentaciones, por ejemplo, más profundizan en el tema. Un ejemplo de ello son los alumnos que participan en los estudios de las sesiones de aprendizaje interactivo. Estos alumnos tienen más probabilidades de sacar más provecho de la información que los que se limitan a escuchar pasivamente las clases.
Los líderes pueden hacer que las reuniones sean más interesantes y conseguir que participen más asistentes utilizando técnicas como ordenar los temas con claridad, abrir la reunión a las aportaciones de todos los participantes y hacer uso de herramientas interactivas como encuestas o sesiones de debate. A modo de ejemplo, piense en un moderador que pregunta directamente a algunos miembros del equipo su opinión para asegurarse de que todos tienen la oportunidad de ser escuchados.
Participar activamente les ayuda en su desarrollo personal reforzando su pensamiento crítico, su comunicación y sus dotes de liderazgo. Por ejemplo, cuando las personas participan en proyectos de servicio comunitario, ayudan a los demás al tiempo que aprenden empatía y desarrollan el sentido de la responsabilidad. Su crecimiento general se beneficia de ello.