Habilidades de escucha activa
Absorber la idea principal del texto hablado, así como comprender las emociones y los problemas del interlocutor es la función principal de la escucha activa. Se trata de una base fundamental para una comunicación eficaz, ya que genera confianza, evitando así malentendidos, y conduce a una relación más profunda entre las personas. Reformulemos: 4 La capacidad de escucha activa le ayuda a centrarse por completo, captar el significado holístico de su interlocutor, asimilar y reaccionar ante lo que dice la persona. Este atributo no sólo es la clave de una comunicación eficaz, sino también el medio a través del cual se construye la confianza, se evitan los malentendidos y es la forma de profundizar en la relación entre las personas.
Los factores vitales de la escucha activa son la concentración, demostrar que estás escuchando, dar feedback, suspender el juicio y responder de la manera adecuada. Por ejemplo, el orador ve que le estás escuchando activamente manteniendo el contacto visual y asintiendo con la cabeza, mientras que la paráfrasis de su mensaje demuestra que le has entendido bien.
El concepto de escucha activa contribuye en gran medida a mejorar la comunicación en el lugar de trabajo. Su máxima capacidad es conseguir que cada miembro del equipo se sienta escuchado y valorado, creando así las condiciones previas para una mejor colaboración y una mayor productividad. Por ejemplo, en las reuniones de equipo, escuchar atentamente las ideas de los compañeros puede allanar el camino para la exposición de diálogos abiertos y dar lugar a innovaciones.
La escucha activa en un diálogo es un caso, por ejemplo, en el que una persona conversa con un amigo que le cuenta un problema personal y le da una respuesta. En lugar de interrumpir el flujo, el oyente se limita a asentir con la cabeza mientras refleja lo que ha escuchado del interlocutor, por ejemplo: "¿Sientes que tienes demasiadas cosas que hacer? Me parece que estás estresado por tu trabajo. ¿Estoy en lo cierto? Este método reconoce los sentimientos del interlocutor y le motiva a seguir compartiéndolos.
Las más comunes son las distracciones que dificultan la escucha, las ideas equivocadas y las reacciones emocionales caracterizadas por motivos muy personales. Un ejemplo típico se da cuando un oyente está tan absorto en su teléfono que no oye partes cruciales de la charla. Para superar estas dificultades, hay que practicar la atención plena y hacer un esfuerzo por centrarse primero en el mensaje del orador.