Aprendizaje activo
El aprendizaje activo es una metodología de enseñanza que motiva a los alumnos a implicarse en el proceso de aprendizaje, de modo que participan de forma independiente en su educación a través de sesiones de conversación, resolución de problemas y actividades en grupo. Esta forma de aprendizaje se centra en el pensamiento crítico y permite a los estudiantes utilizar los conocimientos en situaciones de la vida real, lo que hace que el proceso de aprendizaje sea más pertinente y eficaz.
Entre las tácticas clave del Aprendizaje Activo se encuentran las actividades cooperativas en grupo, las actividades de pensar-par-compartir, el aprendizaje basado en problemas y las simulaciones interactivas. Por ejemplo, es posible agrupar a los alumnos de una clase de ciencias y hacer que diseñen un experimento que ayude a fomentar el trabajo conjunto de los alumnos y la aplicación de la teoría de forma práctica.
Los estudiantes aprenden mejor y tienen una mayor retención del material con la ayuda de procesos de Aprendizaje Activo. Se les exige que trabajen de forma activa en lugar de limitarse a asistir pasivamente a las clases magistrales que son como o tienen un control remoto sobre el fabricante de la información. Los estudios han demostrado que los niños expuestos a tales condiciones mediadoras superan significativamente al grupo convencional de la escuela en capacidad de aprendizaje y comprensión del material, ya que suben de nivel en pensamiento crítico.
De hecho, la educación en línea puede aprenderse activamente mediante el uso de herramientas como foros de debate, sesiones virtuales y cuestionarios interactivos. Por ejemplo, un profesor puede utilizar una encuesta en directo durante la clase para comprobar el nivel de comprensión de los alumnos y ajustar el contenido en consecuencia, fomentando así la participación activa incluso en un entorno de aula virtual.
Entre los retos a los que pueden enfrentarse los profesores figuran la necesidad de afrontar cambios en los estilos de enseñanza tradicionales, la gestión de situaciones de aprendizaje con distintos grados de participación de los alumnos y la necesidad de disponer de recursos adecuados para facilitar la interactividad de las actividades. Por otra parte, la dificultad de evaluar el rendimiento de los alumnos en un entorno en el que aprenden de forma activa no es sencilla, y requieren nuevas técnicas de evaluación centradas en la participación y la colaboración.