Tutoría académica
La experiencia de la tutoría académica se caracteriza por una relación de apoyo entre un tutor, que suele ser un académico o profesional con experiencia, y un alumno, que suele ser un estudiante o una persona que inicia su carrera profesional. La relación es fundamental para garantizar que los alumnos reciban la orientación, el asesoramiento y los recursos necesarios para autogestionar su trayectoria académica y profesional.
Además del desarrollo profesional, que se considera el principal factor de motivación, la tutoría académica presenta muchas otras ventajas, como un apoyo a medida, mejores notas y una mayor autoestima. Por ejemplo, un mentor puede enseñar a su alumno a aprender de forma eficaz, a reflexionar sobre temas confusos y a abrirle más posibilidades en cuanto a su futura trayectoria profesional; de este modo, la trayectoria académica de un estudiante puede enriquecerse notablemente gracias a un mentor.
Preguntando a los profesores, asistiendo a actos relacionados con la facultad o acudiendo a programas de tutoría gestionados por la universidad, es posible que los estudiantes se pongan en contacto con mentores académicos adecuados. También pueden considerar la posibilidad de buscar en sus asociaciones profesionales actividades asociadas y establecer contactos con profesionales experimentados que quieran ofrecerles sus consejos y asesoramiento.
Las características que debe tener un buen mentor académico son empatía, experiencia y excelentes dotes de comunicación. Deben ser fácilmente accesibles y estar abiertos a escuchar las cuestiones planteadas, al tiempo que relatan experiencias personales de su campo para adaptar sus temas a un caso determinado. Un ejemplo de ello es un mentor que haya pasado por retos comunes en el mundo académico y que pueda sugerir vías de investigación útiles y el posible desarrollo de trayectorias profesionales.
Una asociación de tutoría académica estándar suele caracterizarse por sesiones periódicas de tutoría, el establecimiento de objetivos y reuniones para el intercambio de comentarios y sugerencias. Las dos partes, el mentor y el alumno, suelen ser las que acuerdan la frecuencia de las reuniones, los temas de debate relacionados con las aspiraciones académicas y profesionales, y la evaluación estandarizada de los progresos. A modo de ejemplo, se pueden celebrar reuniones quincenales entre el mentor y el alumno para hablar de sus proyectos de investigación y de cualquier dificultad académica, lo que crea una atmósfera de aprendizaje continuo.